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Comprobar que no tiene ninguna enfermedad ni malestar físico que le haga comer mal. Para ello, consultar a su pediatra.
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No comer con la televisión encendida ni con juguetes que le distraigan y le hagan olvidar la comida.
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Respetar escrupulosamente las horas de las comidas. Evitar que coma entre horas.
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Poner al niño/a una cantidad de comida prudente. La comida no debe ser una obsesión de los adultos. No se trata de que el/la niño/a coma grandes cantidades, sino que coma lo que necesita para disponer de la energía que le permita correr, jugar y vivir de forma saludable.
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No entrar en su guerra. Han de saber que a nosotros/as no nos pasa nada porque no coman, ya que son ellos/as quienes pasan hambre, no el resto de la familia.
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Pactar un tiempo para comer. Retirar el plato sin enfadarse si no ha comido en un tiempo prudencial. Actuar de esta manera, dos o tres veces seguidas para que vea que no hay guerra y que si no come, el/la que pierde es él/ella, no tú. Por supuesto, no ofrecer nada después.
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Evitar las comparaciones y los sobornos para que coman. No poner como referencia a hermanos/as, amigos/as, etc. Igualmente, no “premiar” (juguetes, etc.) a los/las hijos/as si comen todo, ni utilizar la comida en sí como premio (helado, pastel) o castigo (alimentos que no les gusten).
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Ser constante con el plan. Actuar y no discutir con él/ella.
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El éxito es del niño/a. No presumamos los padres/madres
y educadores.
Frases motivadoras.
viernes, 22 de abril de 2016
Consejos para padres...¿Si mi hijo come mal que puedo hacer?
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